Zona de olvido
Estela Leñero Franco
MÉXICO, D.F., 24 de febrero (Proceso).- ¿Qué pasa cuando hemos perdido la memoria y queremos recordar? ¿Tenemos un pasado o alguien nos lo impone? ¿Es real o es inventado? ¿Y cuando esos recuerdos nos incriminan?
La nueva obra de Leonor Azcárate, Zona de olvido, compleja en su planteamiento, parte de estas interrogantes teniendo como telón de fondo la represión durante la guerra sucia de los setenta. Al haber sido premiada en el certamen internacional de Letras del Bicentenario Sor Juana Inés de la Cruz, el gobierno del Estado de México la editó, y el libro será presentado el próximo viernes 26 a las 18 horas en la XXXI Feria Internacional del Libro en el Palacio de Minería.
Cinco personajes conviven en un espacio en blanco –como el instante donde sentimos que hemos olvidamos todo–. Es un hospital, un refugio, un lugar aislado, donde los pacientes comparten ese mal. Poco se sabe de cada uno, pues la autora nos los va develando poco a poco a través de la interrelación entre ellos, sus sueños, sus recuerdos o lo que suponen que son “sus” recuerdos. Uno, El Rolo, por ejemplo, imagina, cree, está seguro que es el chofer de Lady Di. A otro lo vamos descubriendo como un militar y torturador de la guerra sucia. El protagonista, un escritor, asume que lo visita su esposa, pues ella dice que es su esposa quien está buscando vengarse, ¿de quién? El espectador se convierte en el investigador de la historia. Es el que ata los hilos, hace deducciones y va descubriendo verdades a medias. Se mueve en arenas movedizas; duda si lo que ve es real o una construcción de la realidad. El blanco impera y lo único que está impregnado de color son las escenas oníricas, los sueños, las alucinaciones.
Si bien el punto de partida de Leonor Azcárate para escribir esta obra fue la denuncia de la guerra sucia: un llamado contra el olvido, éste lo convierte en el subtexto compartido de los personajes, los cuales la fueron llevando, con su autorización o porque se le “revelaron”, a profundizar en el tema de la identidad: ¿Soy lo que soy?, ¿soy mi pasado?, ¿dejo de ser al faltarme mis recuerdos? Y lo que recuerdo, ¿es realmente mío?, ¿es verdad? ¿Cuál es mi verdad?
Es interesante observar cómo el espectador nunca está por encima de los personajes. La autora logra penetrar en cada uno de ellos y mostrarnos su realidad desde sus perspectivas. No hay un ojo sabelotodo que nos conduce, y el universo planteado se enriquece al manejar el plano personal y el político.
Leonor Azcárate, cuyo último montaje fue La reina del fado, presentado en el foro Rodolfo Usigli, obra concierto, como le llama ella, ahora nos sorprende con Zona de olvido: ambiciosa, eminentemente teatral, inteligente y llena de aristas, que por el momento puede disfrutarse en su lectura y que cerrará su ciclo cuando adquiera cuerpo y alma en el escenario.
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