viernes, 27 de julio de 2012

El escritor y su eternidad



-Hablaré- dijo el escritor, pero se quedó callado.
Y mientras la tibieza de su pluma recorría una espiral; en México- su país- se posesionó el gran fraude electoral y la democracia se quedó sin calzones. Se incorporó y se tiró como un perro a la orilla de la cama para soñar con Kafka. Habría sido absurdo para su propia eternidad no sentirse identificado con Gregorio Samsa.

Leonor Azcárate