Ocurrió que Jacinta, una muchacha de servicio que trabajó conmigo durante algún tiempo, me contó las más bellas historias de la Luna. Una Luna que solo se aparece allá en su pueblo blanco.
Luna
semilla de arroz,
alta azucena del verano.
Luna
aún silba la serpiente enroscada en el sauce
junto al río.
El manzano conjura su único alfabeto:
luna blanca, rosa, luna negra.
El membrillo te sueña dibujada a lápiz en tu centro,
leyenda caprichosa.
Luna
cangrejo que agoniza en playas de arenas blancas,
cascarón de huevo de tortuga,
concha nácar,
néctar de diosa del rocío.
Luna
sigilosa geografía que evita ser tragada
por la negritud de una noche cualquiera.
Leonor Azcárate
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