Escribió el mismo párrafo 134 veces. Primero cuidó las tildes y las comas. Después se volcó obsesivamente sobre los adjetivos y las preposiciones. Revisó los tiempos y cambió los nombres de los protagonistas. Para las siete de la noche, había logrado que en vez de tres fueran catorce los personajes. A las ocho mató a cinco. Un poco más tarde, los nueve restantes se sublevaron y emigraron a otras páginas.
Leonor Azcárate
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