Soñó con un Fado. La letra era lo mismo que una intoxicación a nivel de la piel por la abundante bruma. Caminó por las orillas de una playa desconocida y su mirada se enredó entre las alas de las gaviotas. Pero el escritor no alcanzó el vuelo. Estaba sentado con los pies y las manos enterradas en la arena. Un breve olor a aurora lo despertó. Tenía en las manos una revista y Amália Rodrigues a toda página anunciaba una marca de jabón muy conocida.
Leonor Azcárate
Leonor Azcárate